Apretó fuertemente los párpados, con el corazón bombeándole en la garganta y aterrorizado por lo que pudiese ver si los abría. Era consciente de los tres pares de ojos que les miraban expectantes. ¿Cuáles serían sus expresiones? La sala había adquirido un silencio sepulcral en apenas dos segundos.
¿Y ahora qué, imbécil?, se recriminó Frank para sus adentros sin decidirse por ninguna opción que le convenciese.
Bueno, no dije que el plan fuera perfecto, respondió otra voz dentro de su cabeza a la defensiva. Gerard parecía haberse convertido en una estatua de mármol, sin mover ni un milímetro el gesto de sorpresa que tenía compuesto en el rostro. Finalmente, la voz de Ray rompió el hilo de sus pensamientos:
- ¿Y a este qué le ha dado? –murmuró señalando al guitarrista con la barbilla.
- Qué manía de comerle la boca a Gerard cuando yo estoy delante –contestó Bob.
Un cable se ajustó dentro de la cabeza de Frank. Tal y como le había dicho Mikey hacía medio minuto, la primera reacción de sus amigos era la de tomárselo a broma. Abrió los ojos y se separó del vocalista con la respiración alterada. Miró al suelo intentando poner en orden miles de pensamientos que se atropellaban en su mente. ¿Cómo abordar el tema? Alzó los ojos instintivamente al bajista, que le asintió con una sonrisa afable, apoyado contra la pared. Vale. No tenía ni puta idea de cómo seguir.
De pronto, sintió dos manos que le cogían la cara. Alzó la mirada para encontrarse con un Gerard diferente… un brillo extraño en las pupilas, sí. Tal vez determinación. ¿Qué se proponía? Le observó confundido mientras su amigo no hacía más que contemplar sus labios, aún húmedos de saliva. Sin previo aviso, el vocalista se inclinó y volvió a unir su boca a la de él, pasándole la lengua por el labio inferior. Miles de mariposas se agolparon en la boca del estómago de Frank, anunciándole que era el momento de dar el paso final, ahora que ambos estaban de acuerdo.
Se separaron respirando hondo y encararon la situación que les esperaba. El vocalista fue el primero en balbucear algo coherente.
- Tenemos que hablar –dijo con la voz ronca.
- Joder, cómo suena eso –sonrió Bob- Parece que nos fueras a decir que es él tu amante misterioso.
Frank abrió los ojos con desmesura y comenzó a toser, atragantándose con su propia saliva mientras Gerard dejaba su mandíbula caer ante el comentario del batería. Pestañeó con rapidez y agitó la cabeza.
- ¿Cómo? ¿Has dicho… él?
- Déjalo, era una broma, me refería a Frank. Como os habéis besado así, sin más, y luego has dicho eso…
- Sin más… -repitió con la boca seca. Esto prometía ser interesante. ¡Si al menos su amigo dejara de toser y le ayudase!- ¿Sin más?
- ¿Qué? Me estás rayando, ¿estás bien?
- Gerard –intervino Ray con una mirada inescrutable en el rostro- ¿Sobre qué tenemos que hablar? ¿Qué pasa?
- Hay algo… algo que tenía que haberos dicho hace mucho ¿no?
Sus dos compañeros asintieron con el entrecejo fruncido. Bob seguía en ascuas, preguntándose de qué cojones iría todo aquello, mientras que Ray comenzaba a tejer una idea más insostenible que la telaraña. Era imposible, sin duda, el camino por el que sospechaba que iba a ir la conversación. Gerard asintió a la vez que ellos y carraspeó, realmente exasperado con la tos de su amigo.
- ¿Frankie, necesitas un caramelo? –dijo con brusquedad. El guitarrista se tapó la boca intentando contener los espasmos- Ayúdame, ¿quieres?
- Ah, ¿pero es que Frank lo sabe, y nosotros no?
- Dejadles hablar –comentó Mikey tres metros más allá, aún recostado contra la pared.
- Sí, gracias, Mik. Os ruego… os ruego que no me interrumpáis, se me va a hacer muy difícil confesar esto.
- No tienes porqué hacerlo tú –dijo Frank frotándose la garganta y acariciándole el hombro- Soy yo el que debe dar el paso, al fin y al cabo si se ha demorado este momento ha sido por que te lo pedí yo.
- ¿Estás seguro?
- Es importante para mí.
- No entiendo nada –absolvió Bob enarcando las cejas- ¿Podéis empezar, sea quien sea, por favor?
- Bien… pues veamos. Espero que no sea muy confuso esto, no he tenido apenas tiempo para pensar en cómo comenzar. A ver… sí, bien, esto debería remontarse a cuatro meses atrás, ¿de acuerdo? –sus amigos asintieron con curiosidad. Sintió la mirada penetrante de Gerard clavada en su cara, y tomó aire de nuevo en un intento de concentración- Fue, digamos, cuando mi vida dio un giro bastante radical…
- Cortaste con Jamia –murmuró Bob.
- Sí, exacto. Sabéis que estuve bastante deprimido esos primeros días por la forma en que me trató, pero tuve la suerte de tener a Gerard a mi lado. Es decir, todos estuvisteis apoyándome, pero… su compañía fue… esencial para mí en aquellos días. Lo que habría tardado en retomar las riendas de todo lo que me rodeaba se habría alargado hasta hoy seguramente, de no haber sido por él.
Calló. Llegados a este punto de la trama, ¿qué era lo siguiente que debía decir? ¿Debía extender un poco más la introducción, o pasar al primer acto de una vez? Miró a Gerard suplicante, pero no fue él quien salvó la situación, sino Mikey:
- Yo fui testigo de lo que fue surgiendo por aquel entonces –dijo avanzando unos pasos con las manos en los bolsillos.
- ¿Qué es lo que fue surgiendo? –preguntó Ray con la mirada atónita- Es que, perdonad, pero de la forma en la que estáis hablando, me estoy imaginando cosas que no pueden ser, ¿os importaría ser más claros?
- ¿Que no pueden ser? ¿Según qué código?
- Según el mío.
- Sigo perdido –murmuró el batería.
- Vale, retomemos y vayamos al grano –dijo Gerard alzando la voz- La cuestión es que la primera vez que tú –señaló a Bob- me descubriste un chupetón…
- …Fue hace cuatro meses –terminó el rubio abriendo los ojos ante la lógica que le había golpeado de repente. Rememoró el día en el que le vio la primera mancha color morado-marrón en el cuello. Él le había contestado… que había pasado la noche con una azafata del hotel, y se lo había creído sin más, sin sospechar de nada en absoluto, pues ¿acaso tenía motivos para ello? Y de improvisto, como surgido de la nada, apareció el recuerdo de la pelea que habían tenido Frank y Gerard después de que Frank hubiese pasado la noche con Eva. Sintió por un momento que si se ponía a hacer memoria, encontraría muchas situaciones en las que atar cabos. Pero… no, su lado cínico acababa de hacer su aparición: eso no era más que una broma. Comenzó a reírse con suavidad y les miró- Me cago en la puta, ¿otra vez?
- ¿Cómo?
- ¡Otra broma! –contestó riéndose con más fuerza- Y sigo cayendo como un auténtico imbécil. Primero aquella en la que me hicisteis creer que os había pillado morreándoos en… -
Oh. Vaya. Sintió como si le echasen un jarro de agua fría.
- ¿Estáis juntos? –susurró Ray.
- S-sí –respondió Frank temblando de arriba abajo. Este era el momento más difícil, el punto clave: la reacción de sus amigos. Sintió náuseas- Entendemos que os cueste asimilarlo, así de golpe. Es muy difícil de tomar en serio, y fue por eso únicamente por lo que no queríamos… por lo que yo no quería que lo supieseis.
- Es… es… -balbuceó Bob- Por favor, si es una broma, este es el momento de cortarla.
- No es una broma.
- ¿Se-seguro?
- Claro –sonrió Gerard.
- ¿Y Jamia?
- Qué pasa con ella –espetó Frank repentinamente molesto- Agua pasada. Se acabó hace mucho.
- Se acabó hace cuatro meses –dijo Ray.
- No: cortamos hace cuatro meses. Pero estaba acabado de antes, de años antes, de hecho.
- Mirad -intervino el vocalista- Es normal que no entendáis la rapidez con la que se ha sucedido todo, ¡a Mikey le costó! Fue aquella semana en la que no nos hablábamos. Y al final descubrí que solamente estaba preocupado, cuando no había razón para ello. Frank y yo estamos muy bien, y lo digo con el corazón en la mano.
- Pero… joder, es muy complicado, ¿y cuando llegue el día en el que cada uno decida marchar por un camino? ¿Se acabará vuestra amistad, la banda, nosotros?
- ¡Claro que no! Frank y yo somos amigos ante todo, no imagino que pudiésemos acabar tan mal como para odiarnos.
- ¡Cuando volvimos del mes de vacaciones no os hablabais!
- Eso fue zanjado. El asunto de Mr. White no nos ha ayudado mucho que digamos. Tuve un momento de querer alejarme de todo lo que apreciaba para que él no lo tocase, y en ese mismo saco metí a Frank. ‘Mea culpa’.
¿Cuánto más duraría esa situación? En fin, ¿estaría feo marcharse ahora para dejar de ver los ceños fruncidos de sus dos amigos? Eran cuestiones que se le repetían a Frank sin pausa, en su interior. La situación estaba empezando a resultar un tanto incómoda. Esto debía ser simplemente una confesión, y estaba tornándose en algo parecido a una disculpa. No tenían porqué excusarse, las cosas eran así, y punto. Parecía que estuviesen pidiendo permiso, en vez de estar charlando sobre algo que podría ser lo más natural del mundo si abriesen un poco las mentes.
- Creo que ya está bien por hoy, Gerard, no hay porqué decir nada más –murmuró con un deje de exasperación acariciando el hombro de su amigo.
- ¿Cómo que nada más? –exclamó Bob.
- Lo que oyes. Me siento como si estuviese mendigando vuestra comprensión –contestó hinchando las aletas de la nariz. A continuación se acercó más al vocalista y le susurró-: Subámonos, Gee, por favor.
- No hay porqué tomarse las cosas así, Frank –replicó Ray- Es normal que estemos alucinados.
- Hay un límite.
Giró sobre sus talones y se dirigió a la puerta con las manos en los bolsillos, dudoso de interpretar de una manera u otra la reacción que habían tenido sus compañeros. Gerard se había quedado cabizbajo ahí atrás, no sabía si iban a seguir con la conversación una vez se fuese a la habitación. Se sintió mal por dejarle solo, pero al menos estaba Mikey para echarle un cable si lo necesitaba.
Subió a su cuarto, cerró la puerta con el pie y se quedó contemplando el ventanal situado justo en frente. Se distinguía el lago que había junto a la fachada trasera del hotel… el lago al que Gerard y él habían quedado en ir por la noche. Bien, eran las 20.16, según constató en su reloj de pulsera, y no sabía si el plan seguía en pie. Sacó su cajetilla de tabaco del bolsillo trasero del pantalón y cogió un cigarro con los labios. En el momento en el que encontraba su mechero en la sudadera, sonaron dos golpes en la puerta. Corrió a abrir, sabiendo de antemano a quién se encontraría al otro lado. Efectivamente, era él. Lucía una sonrisa cansada.
- ¿Cómo ha ido todo? –dijo el guitarrista dándole un casto beso en los labios a su amigo.
- Pues bueno… hemos quedado en hablarlo mejor mañana.
- ¡No hay nada que hablar!
- Frank, deja de comportarte así, claro que hay que hablar. Son nuestros mejores amigos, nos interesa que lo vean de un modo natural.
- Estoy harto de tener que preocuparme por convencer a la gente para que vea esto natural.
- ¿Te crees que no te comprendo? –suspiró Gerard- Anda, haz el favor de ponerte algo que abrigue más. En el lago hace frío.
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Se mantenían suspendidos sobre la superficie transparente de aquella extensión de agua. Soplaba un aire ligero, una brisa que apenas movía los cabellos suavemente. Habían alternado el turno para remar, hasta que ambos habían decidido dejar el bote en un punto muerto, justo en medio del lago, flotando bajo la luna. Gerard descansaba, tumbado con las manos entrelazadas tras la nuca bajo la mirada de Frank, que le observaba. Sus rasgos se le antojaban ahora hermosos con aquella luz marmórea como lámpara. ¡Lo que habría dado por tener una cámara en ese momento…!
- ¿Tú crees, sinceramente, que algún día estaremos libres de… todo esto que nos sigue?
- ¿De Mr. White? Claro, enano.
- No me refiero únicamente a White, sino… a lo que pueda venir después. Es decir, ¿qué será lo siguiente? ¿Los paparazzi? ¿Un fan loco de White? –ambos rieron.
- No lo sé, Frank. Prefiero no pensarlo, descarto todo lo que venga del futuro. Es importante sobrevivir al día a día.
- Meterle mano a la vida, ¿no?
- Exacto –sonrió y se incorporó apoyándose sobre los codos para mirar mejor a su compañero- Hasta que todo termine. Todo esto acabará algún día, Frankie.
- No digas eso. Me deprime –susurró, mirándose las manos con un nudo en el pecho.
- Todos los seres vivos acabamos muriendo, tarde o temprano.
- ¿No decías que no contemplabas el futuro?
- Es cierto. No tiene sentido pensar en la muerte –dijo arrodillándose y acercándose al rostro de Frank hasta rozarlo con la nariz. Lo besó con lentitud, acariciando su nuca y sus mejillas para infundirle calor a su piel fría- Se puede ser inmortal de muchas formas.
- Con… con las canciones. Nuestras canciones –una fina línea de fuego cruzó el cielo en apenas dos segundos, iluminando el agua alrededor de ambos- ¡Oh! ¿Has visto eso?
- Una estrella fugaz.
- ¡Vaya! Es la primera vez que veo una, ¡y no me ha dado tiempo a pedir un deseo!
- Bueno –rió Gerard colocando un mechón de pelo tras la oreja del guitarrista- Ya lo he pedido yo por los dos.
- ¿Sabes? Mi abuelo decía que los cometas daban comienzo a una guerra.
- ¿Por qué tienen que predecir algo malo? Ha surgido de las profundidades del Universo para arrojar algo de luz a esta mierda de mundo –se recostó de nuevo en la barca, cerrando los ojos y captando los olores de la naturaleza que tenían a su alrededor- ¿Por qué no puede haber aparecido para inaugurar el comienzo de algo bueno?
- No lo sé –contestó Frank, tumbándose sobre su amigo, con la cabeza apoyada en su pecho. Sonrió con el sonido acompasado de los latidos de Gerard, y sintió que el cansancio acumulado a lo largo de todo el día le sobrevenía de golpe- ¿Qué deseo has pedido?
No escuchó la respuesta, si es que la hubo. Su mente estaba ya abandonada al descanso, perdida mientras el pequeño bote se mecía con la suavidad de una pluma, acunándoles bajo el manto negro de la noche.