capitulo38
Francesco Hula se levantó de la silla giratoria de su despacho con un gesto de sorpresa ante la llegada de su amigo y su séquito de músicos que representaba. Brian se preguntó suspirando si nunca dejaría de fingir que este tipo de visitas le pillaban de sorpresa, ya que su secretaria le avisaba al instante de cuando llegaban los clientes. El fotógrafo bordeó la mesa con una sonrisa que dejaba ver sin problema alguno sus pulcros y grandes dientes alineados de una manera que a Frank se le antojó antinatural, y le ofreció al mánager de la banda una mano enfundada en un guante amarillo de cuero mientras alzaba las cejas. Cuando habló, lo hizo con un acento italiano que acentuaba las últimas sílabas de manera disonante al resto de la frase.
- Siempre es un gusto verte de nuevo, Bree –tenía una voz templada y clara- Aunque en cada despedida nuestra me amenaces con que será la última. ¡You bad guy!
- Al final no me queda otra que aceptar que eres el único loco competente de Nueva York –rió mientras le palmeaba la mejilla- Aunque tengo que reconocerte que fue toda una sorpresa descubrir que eras el nuevo director de imagen de Kerrang. Me enteré de que Bennet ya no estaba una hora después de concretar la cita.
- ¿Decepcionado? –murmuró levantando irónicamente una ceja.
- ¡Impresionado! Esperaba encontrarte en cualquier otro lado menos en este, ¿qué ha sido de tu autonomía laboral? ¿No eras socio de ‘The Pink Punk’?
- Es una historia aburrida, pero en resumidas cuentas, digamos que hubo diferencia de opiniones entre el bando de los fundadores y los co-fundadores del club –contestó revolviéndose los mechones castaños de la coronilla con aire cansino- Ellos querían ligar la empresa a la MTV y centrarse únicamente en la coordinación de eventos. En otras palabras, no querían a los fotógrafos ni a nadie que no tuviese relación con la parte administrativa.
- No me creo que quisieran prescindir de Francesco Hula en sus filas –dijo Brian con un dramatismo teatral.
- No, lo cierto es que me ofrecieron un puesto gordo en la parte directiva de Publicidad –ensanchó aún más su sonrisa mirando al vacío durante unos segundos. Después, parpadeó lacónicamente y dio una palmada al aire- Pero Bree, chico, ¿qué soy yo sin mis sesiones fotográficas? Acabé vendiendo mi parte aprovechando que cesaba mi contrato. Y justo dos semanas después, denunciaron a Bennet. Maravilloso.
- Pagó con dinero negro a varios de sus clientes. Me informé.
- Oh, sí, qué feo estuvo –comentó mirándose las uñas mientras negaba con la cabeza- tenía a empleados de maquillaje sin contrato. Pero el caso es que me vino divinamente, porque me llamaron cuando Bennet presentó su dimisión.
- Quedaremos para celebrarlo, te llamaré un día de esta semana.
- Sé que no lo harás, pero me parece estupendo igualmente –dijo levantando su mirada de las uñas para posarla en los cuatro componentes de My Chemical Romance que aguardaban detrás- ¿Son éstos tus chicos?
Francesco sabía que sí. Su dinámica de trabajo se basaba precisamente en conocer lo máximo posible de los clientes que acordaban alguna sesión con él antes de que estos se presentaran. Buscaba entrevistas, se esforzaba por entender sus posturas acerca de diversos temas y memorizaba la expresión corporal de cada uno y el rango que parecieran desempeñar. Así podía crear y diseñar un entorno que fuera acorde con la imagen del artista en cuestión. Tampoco iba a mentir, le volvía loco indagar y cotillear acerca de los líos que se traía la gente, era capaz de devorar información de foros de poca monta durante horas si el sujeto le llamaba suficientemente la atención. Él lo consideraba un bonus que le permitía matizar aún más su trabajo. Sus amigos lo consideraban un defecto irritante. Pero ese mal hábito era el que se había acabado convirtiendo en su filosofía laboral y el que al final le había ayudado a conseguirse un cierto renombre en el mundo de la fotografía. Por eso era diferente.
Tenía que reconocer que investigar a My Chemical Romance le había gustado. Era amigo de Brian desde que coincidieran hacía años en un curso de Publicidad Enfocada a la Propuesta Musical, y habían mantenido el contacto regularmente, pero no se había molestado en escuchar la música del grupo al que gestionaba, ni se había interesado en nada relativo a la banda que fuera más allá de las pequeñas noticias que dieran en la MTV hasta que en la última reunión semanal de la junta de la revista le habían adjudicado el encargo de fotografiarles. En casos como este, en el que el cliente era un grupo de música, empezaba por mirar la lista de ventas de su discográfica y descargar las canciones que más beneficios –traducido a popularidad- hubieran reportado. Acto seguido ponía del primero al último videoclip que hubiera salido para después visionar partes de los conciertos más vistos en Youtube, entrevistas con las revistas de más renombre y rumores acerca de los hábitos de la banda. Descubrió, no sin cierta sorpresa, la evolución que había sufrido el grupo estadounidense desde el primer trabajo hasta el último. Si en los comienzos los chicos se mostraran completamente desinteresados por cualquier factor estilístico o por transmitir mensaje alguno con sus canciones, el último año había marcado un antes y un después, tanto en la imagen como en la producción musical. Ahora se les sabía conscientes de las repercusiones de la banda en su público. Concedían un mayor número de entrevistas en las que la madurez y la soltura de sus respuestas iba ‘in crescendo’. Así, habían unificado su imagen para dar una mayor contundencia a sus apariciones, y se notaba la intervención de maquilladores y estilistas que habían conseguido favorecerles notablemente. Pero no era sólo la fuerza y el aplomo que había ganado cada uno a lo largo de los años lo que más trastornaba a Francesco Hula, sino la falta total de rango dentro del grupo. Era obvio que la voz de My Chemical Romance era, fuera y dentro del escenario, la de Gerard Way, y que tal vez el batería y el guitarrista principal carecieran de la chispa que despertaban los otros tres entre el público, pero lejos de ser monigotes al fondo de las entrevistas o en los shows, parecían ser el ancla que mantenía a los más jóvenes en tierra firme. No había un jefe que explicara su opinión personal de las cosas, sino una persona que hablaba en nombre el resto y les dirigía por un camino aprobado por todos. Constató que era precisamente esa especie de líder el que faltaba ahora en su despacho.
- Te los presento, Cesco: ellos son Bob, Frank, Ray y Mikey –fue enumerando a cada uno mientras los abarcaba con un gesto del brazo. El fotógrafo hizo una inclinación de cabeza a cada uno sin poder evitar una media sonrisa. A continuación, Brian hizo una pequeña pausa en la que pareció tomar aire y mirarle con aire culpable- Falta Gerard, y de eso precisamente quería hablar contigo. Creo que vas a matarme por no haberte avisado.
- ¿No va a venir? –murmuró alzando las cejas- Ah, no me digas, Bree. ¿Y qué piensas que se puede hacer ahora? ¿Cómo vendes una portada en la que falta el cantante del grupo? –añadió poniendo los brazos en jarra y mirando a su amigo con el ceño fruncido.
- ¿No podrías hacerla por separado? –imploró el mánager- Es decir, nos quedamos cinco días más en Nueva York, ¿no podría traerte a Gerard pasado mañana, por ejemplo?
- Qué facilidad tienes siempre para verlo todo más sencillo de lo que es –contestó con un aspaviento del brazo. Se dio la vuelta y buscó entre los papeles que reposaban sobre el escritorio hasta dar con unos verdes. Caminó de nuevo hacia Brian, y tras golpearle con ellos en la cabeza, dio dos largas zancadas hasta la puerta- ¿Te crees que puedo aplazar los compromisos que tengo dentro de dos días así como así? Me debes una, Bree, una bien grande –remarcó con un exagerado acento italiano antes de desaparecer por la puerta y oírsele gritar-: ¡Vamos! No hay tiempo material, hay que reestructurar toda una sesión de fotos. Qué estupendo…
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- ¿Puedo fumar?
- ¿Hace falta que te conteste? –murmuró Charley desde detrás del libro que estaba leyendo.
- ¡Pero si estoy bien, ya! ¡Mírame! –exclamó Gerard levantándose de la cama de un salto y palmeándose las mejillas- Me ha bajado la fiebre, tengo buen color de piel. Hasta me pongo en pie y camino solo, ¿qué más quieres?
- Te has mareado hace veinte minutos en la bañera –contestó la enfermera cerrando el libro con hastío. Los pómulos del vocalista se tiñeron de rojo- Y he tenido que sacarte a rastras porque todo te daba vueltas.
- No hace falta que me lo recuerdes. Ha sido… -carraspeó levemente con un bermellón cada vez más extendido por su cara- Ha sido por el calor.
- Ha sido porque creías que podías hacerlo solo estando todavía enfermo.
- No me ha parecido tan complicado tener que enjabonarme –ironizó- Estaba bien cuando me he metido, lo que pasa es que has puesto el agua demasiado caliente.
- Lo que pasa es que te daba vergüenza llamarme y ha pasado lo que tenía que pasar, so imbécil –le espetó, exasperada- Gerard, ¿a cuántos pacientes crees que he visto desnudos en mi vida?
- Seguro que a ninguno tan atractivo como yo.
- Oh sí, los enfermos ejercéis una atracción abrumadora –comentó volviendo a esconderse tras el libro.
- Es que… Charley, ¡se me hace incómodo! –exclamó hundiendo el rostro en la almohada.
- ¡Soy tu enfermera, Gerard!
- Pero te considero antes mi amiga –contestó desenterrando la cara para mirarla. O para mirar la cubierta del libro que la tapaba.
La joven calló un rato en el que intentó disimular a duras penas una sonrisa. Tras volver a componer un gesto serio, volvió a cerrar una vez más el libro y lo dejó en su regazo, observándole con una expresión que Gerard no logró descifrar.
- Gee, te conocí desnudo.
- ¿Cómo?
- Cuando Mr. White atentó contra el autobús en el que te encontrabas y te trajeron a mi hospital… -sonrió mientras encogía los hombros levemente- fui yo la que te cambió la ropa y te lavó.
El vocalista abrió la boca unos centímetros y frunció el entrecejo, mirando a un punto fijo de la pared. La enfermera rió con su expresión y continúo:
- Estoy aquí para cuidarte, Gerard. Es mi profesión, y sé separarlo de mi vida real. Cuando te veo enfermo, delirando o diciendo que te quieres morir, lo que menos me importa en esos momentos es cuánto te pueda medir el p*** –el cantante sonrió azorado- ¿Tú, por ejemplo, serías capaz de cantarme una canción ahora?
- ¿Eh? Claro, supongo.
- Pues yo sería incapaz. Me da una vergüenza terrible cantar delante de la gente. En cambio para ti es algo trivial y sin importancia. Es a lo que te dedicas, lo que sabes hacer.
Ambos se quedaron callados unos minutos. Gerard asentía distraído mientras meditaba sobre algo, contemplándose los dedos de las manos. Un rato después, levantó la mirada y esperó hasta encontrar las palabras de lo que parecía una pregunta que le intrigaba mucho:
- Entonces, después de dos veces, ¿qué te parecen mis atributos masculinos?
El libro de la enfermera cruzó volando la habitación y se estrelló contra su cabeza.
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- ¡No, Bob, ese gesto no! –exclamó Cesco Hula para interrumpir por duodécima vez la sesión- Elimínalo de tu sistema de datos, por favor. ¿Recuerdas la historia que tiene tu personaje? Eres una persona atormentada que ha estado huyendo de toda norma moral, toda relación con lo que el resto concibe como realidad. Tú tienes la clavede la utopía, tú sabes lo que nosotros no sabemos, pero nadie te da un motivo de peso para revelarlo. ¡No tienes miedo más que a lo que puedas comprender cuando te encuentren emocionalmente! No mires a la cámara como si estuvieras enfadado, porque no lo estás, estás en una cárcel psicológica. ¡Todo es efímero! –el batería entornó los ojos en un gesto de completo desconcierto, alzando las cejas hasta casi perderse entre el flequillo- Qué falta de visión estética –susurró el fotógrafo frotándose el puente de la nariz- Bien, vale chicos, un descansito para renovar la intención de las interpretaciones. O para encontrarla –añadió antes de desaparecer por entre dos paneles de piedra pintados de color negro y morado.
Los cuatro componentes del grupo dejaron caer los hombros y lanzaron un suspiro al unísono. Bob miró con el ceño fruncido la estilizada silueta vestida de amarillo del fotógrafo mientras se alejaba de ellos. Su mano se doblaba y estiraba, seguramente sopesando la idea de estrangular su delgado cuello; luego miró el foco que tenía encima suya simulando a la Luna y que tan difícil le hacía la sencilla tarea de mantener los ojos abiertos, y dio una patada a una piedra de gomaespuma que tenía a su derecha.
- ¿Qué cojones le pasa a ese tipo, está chalado? –espetó entre dientes. Se pasó la muñeca por la frente para secarse el sudor, pero el calor seguía siendo sofocante-¿Vosotros entendéis una sola palabra de lo que dice?
- No, claro que no –murmuró Mikey, tumbado y con los brazos cruzados bajo su cabeza.
- No soy mala persona, me dedico a aporrear platillos y bombos. No merezco esta tortura –se sentó de mal humor sobre un orinal volcado que había sido decorado con cascabeles- ¿Y por qué a vosotros no os dice nada? ¿Por qué es a mí a quien le dice lo de “no pienses en vertical, piensa en horizontal”? ¿Se supone que debo entender qué leches significa pensar en vertical?