Varias cosas !
Lo primero: LO SIENTOOOOOOOOOOOOOOOO. 6 meses sin subir capítulo, LO SÉ. De hecho, si después deeso me seguís leyendo os mereceréis un hueco en el panteón. Ha sido por culpa de crisis de inspiración, exámenes finales y demás cosas personales. Pero no más excusas, ya he vuelto
Lo segundo: pese a que todas mereceríais que os lo dedicase, le prometí a Mich que este capítulo sería para ella. Así que para ti mi amorrrrr (L)capitulo37
Ya se había dormido. Su respiración era muy leve, pero al menos sonaba acompasada y tranquila. Colocó el dorso de la mano sobre su frente para tomarle la temperatura, ya por inercia después de tantos cuartos de hora repitiendo el mismo trámite. Suspiró aliviado al comprobar que al fin ya no había diferencia de calor entre Gerard y él, y procedió entonces a acariciarle las mejillas y el cuello con una toalla húmeda que reposaba sobre la mesilla de noche… parecía que realmente había acabado aquella pesadilla de noche después de dos horas un tanto caóticas; podía relajarse un rato e incluso intentar dormir unos minutos. Nada más venirle ese pensamiento, le sobrevino un agotamiento extremo que fue adormeciendo cada tendón de su cuerpo a una velocidad alarmante, y bostezó largamente mientras se frotaba los párpados para despejar el sueño. Sin previo aviso, una mano se posó en su hombro y se giró asustado hasta encontrar la cara de Charley a pocos centímetros de la suya. Claro, había olvidado que la enfermera estaba con él: la había llamado al borde de la histeria cuando Gerard, tras una hora expulsando bilis, había comenzado a vomitar aire. La joven había subido en apenas un minuto, alarmada y con su maletín en la mano. Por suerte, nada más administrarle dos antipiréticos, los delirios febriles del vocalista habían empezado a remitir hasta que se hubo quedado dormido.
- Duérmete, Frank –murmuró ella- Con la medicación no va a despertarse hasta dentro de unas horas.
- Es igual –contestó con la voz ronca. Sentía la garganta pastosa- Se quita constantemente el pijama y se revuelve a lo largo del colchón tirando las sábanas al suelo. Luego le da el frío y se queda tiritando.
- Yo estaré pendiente de él ahora, no te preocupes. Pensaba quedarme de todas maneras –zanjó con media sonrisa- Mañana tenéis sesión de fotos a primera hora de la mañana, recuerda.
- No he llamado a Brian para decirle que Gee no podrá ir –miró su reloj de pulsera- ¿Crees que se enfadará mucho si le llamo a las 4 de la madrugada?
Siguió a Charley con la mirada mientras ésta soltaba una carcajada y se dirigía al cuarto de baño. No pensaba dejarla con la carga de tener que cuidar ella sola de Gerard, en cuanto volviese le diría que se fuese a descansar. Se recostó contra las almohadas acercando su cuerpo al de su amigo, relajado con el sonido del agua burbujeante que se oía correr tras la puerta del aseo, y su mente comenzó a divagar sobre el día anterior, el cual parecía ahora tan lejano como el mes de Agosto. Habían celebrado su cumpleaños en un local alquilado por Brian, lleno de amigos y conocidos que probablemente éste habría sacado de una agenda olvidada de su casa, y con la sorpresa incluida de tener que mantener la compostura frente a una bailarina de sreap-tease. Hasta ahí todo bien. Luego, nada más salir el último invitado, Gerard había comenzado a sudar con la tensión por los suelos hasta acabar vomitando en la calle. Y desde entonces todo se había tornado frenético: le habían metido en la furgoneta del mánager entre Bob y Ray y le habían llevado, prácticamente inconsciente y recostado sobre las rodillas de Mikey, a toda prisa por la ciudad, conduciendo para llegar al hotel cuanto antes y dejarle en manos de Charley. El diagnóstico de la enfermera había sido el de una gripe normal y corriente dada por una bajada alarmante de las defensas. No se podía hacer mucho más que esperar a que sudase todo lo que tuviese que sudar esa noche y atenderle los amagos de arcadas que le venían al tumbarse. Parecía que sería una noche tranquila, y por eso el guitarrista le había asegurado a los demás que no tenía ningún inconveniente en cuidar de Gerard solo… pero todo había ido a peor mientras los demás ya dormían plácidamente en sus habitaciones; el vocalista se había despertado probablemente en mitad de alguna pesadilla, sollozando contra el colchón, temblando y con las uñas y los labios morados por el frío. Aún recordaba su cara al romper a llorar cuando le había abrazado. Había pasado media hora acunándole en sus brazos, balanceándose para tranquilizarle y susurrándole chorradas que sabía que no estaba escuchando, pero no parecía mitigar el volumen de sus gemidos angustiosos ni las incoherencias que repetía sin cesar sobre sí mismo. Fue a la hora de haberse quedado dormido con la cara mojada apoyada en su hombro cuando volvió a despertar con un sobresalto y comenzó a devolver. Fue entonces cuando Frank llamó a Charley, prácticamente al borde de sufrir una crisis nerviosa.
No es que no se hubiera imaginado que algo así podría pasar, claro. Era lógico y natural que después de llevar cinco años de sobriedad absoluta el cuerpo hubiese reaccionado de esa forma ante una borrachera, tenía que expulsar cualquier mínimo resto de alcohol del organismo antes de que murieran todas las barreras inmunológicas que había creado a lo largo de esos años. Y sinceramente, entre sudores, lágrimas y vómitos, dudaba de que quedase apenas una gota de nada después de aquella noche. Por eso no era el efecto físico lo que le tenía tan sumamente preocupado. No, definitivamente iba más allá, tenía que ver con la salud mental de Gerard. Pensaba, desde que cogieran ese avión rumbo a América hacía casi una semana, en cómo debía sentirse su amigo con todo este asunto. Le resultaba difícil empatizar con él cuando parecía rehusar cualquier contacto de más de diez minutos con la gente. Si durante el último mes había empezado a pasar desapercibido en algunos momentos, quedándose absorto en ocasiones o desapareciendo por varias horas, en la última semana definitivamente había sido un fantasma. No existía más que cuando encendías la luz de una habitación y le descubrías en ella. Se expresaba con murmullos y frases cortas, no hablaba a menos que le preguntasen directamente, y cuando contestaba lo hacía contrariado y como si le diese vergüenza hablar en público. Todo el mundo lo notaba aunque nadie lo mencionase en voz alta, era algo obvio… Gerard solía relacionarse de manera espontánea con todo el mundo, casi por instinto; era raro no verle ofreciendo tabaco a alguien o conversando con cualquiera que cruzase dos pasos con él. Ahora, en cambio, te podías considerar afortunado si te dedicaba una frase larga o te miraba al hablar. Fumaba, fumaba y fumaba, sin ninguna intención de parar. Pero incluso eso parecía hacerlo de forma autómata.
Ni siquiera Frank, el único que conocía el motivo desencadenante real de esa actitud, tenía un camino fácil para llegar a él esos días. El vocalista evitaba cualquier inicio de conversación que pudiera desembocar en eso; a veces incluso sentía que evitaba quedarse con él a solas, pero ¿por qué? ¿Acaso le creía capaz de echarle en cara algo de lo ocurrido? No podía ser eso, pues ya se había encargado de dejarle claro en Rusia que tenía su apoyo y comprensión incondicional, y que no le juzgaba por lo que había hecho. Gerard sabía que le quería… en fin, estaba claro que las conclusiones a las que pudiese llegar no serían más que hipótesis mientras no hablase con él, pero conociendo como conocía desde años atrás las reacciones de su amigo, su forma de enfocar sus problemas y su tendencia depresiva, sabía que había algo enterrado más profundo. Y repentinamente, se acordó de algo que le hizo sentir frío en el pecho. Algo que había captado en el aeropuerto de Rusia. Recordó haberle sonreído en un momento determinado mientras cargaban las maletas y, al mirarle a los ojos, haber tenido la sensación durante una fracción de segundo de que no había la luz habitual en ellos. Recordó también haber pensado que, al fin y al cabo, era inevitable que se sintiese abatido por lo que había hecho, pero que en dos días lo habría asimilado y aceptado para empezar de nuevo. Pero no, estaba claro que ese error había sido la gota que hubo de colmar el vaso, el toque de gracia para romperle los esquemas y la estabilidad de la que ya carecía antes. ¡Había presenciado en primera fila su derrumbe interno, y lo había obviado como si fuera normal y pasajero! Gerard necesitaba un psicólogo, lo sabía por experiencias anteriores, y también sabía lo que podría pasar si no le atendían pronto. No le costaría mucho convencer a Brian de que contratasen uno, no tendría más que obligarle a ver de cerca la más que antinatural palidez del vocalista para que se diese cuenta de que era urgente. El problema estaba en cómo hacerlo sin desvelar el verdadero motivo de la depresión de Gerard, toda la movida de la borrachera. Es decir, la versión oficial de su estado era ‘la gripe’, y su amigo le había hecho jurar que no diría nada a nadie. Joder, estaba siendo más duro de lo que pensaba aguantar la pantomima y no poder compartir con nadie sus preocupaciones. Quiso suspirar, sin darse cuenta de que ya se había quedado dormido.
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- ¿¡Cómo que Gerard no va a bajar!? –exclamó Brian con la cabeza asomada por la ventanilla de su furgón.
- Está prácticamente en estado de coma. Quise llamarte ayer, tío, perdona.
- Sí, habría estado bien que lo hubieras hecho. Joder –suspiró el mánager tras un breve silencio- A ver si cuela en el estudio, no sé si van a dar paso a la sesión si no está él –añadió chascando la lengua a la vez que arrancaba el motor con brusquedad.
- Que hagan un montaje, como hacen siempre.
- Oye, ¿se ha quedado Charley con Gee? ¿Cree ella que deberíamos llevarle al hospital?
- Apenas tiene unas décimas de fiebre ya, solo tiene que dormir –dijo bajando la voz gradualmente mientras una idea se le cruzaba por la cabeza. Tal vez ese era el momento de abordar el tema sobre el que había pensado tanto la noche anterior, ahora que estaban solos. Carraspeó y comenzó a titubear- Verás, no… no es lo físico lo que me preocupa. Brian, es otro tipo de… ayuda la que necesita.
- ¿Cómo?
- Va más allá. ¿Me entiendes?
- ¡Perdonad, no encontraba la ropa que nos pidieron para la sesión! –gritó Bob golpeando la ventanilla del coche y abriendo la puerta repentinamente. Mientras entraba seguido de Ray y se acomodaban aparatosamente entre disculpas y explicaciones, Frank mantuvo la mirada que le dedicaba el mánager a través del espejo del retrovisor. Y por la forma en la que éste fruncía el ceño, intuía que había captado su intención. Dios, definitivamente Gerard iba a matarle- Al final Ray la ha encontrado dentro de la maceta. ¿Ya estamos todos? ¿Y Gerard?
- No está bien –susurró el guitarrista.
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¿Se podía tener agujetas en los párpados? Era la primera vez que se lo planteaba seriamente. Bostezó largamente mientras sentía que los músculos de la cara iban despertando y estirándose a la par que sus rodillas, las cuales sentía entumecidas de tenerlas flexionadas durante toda la noche. Hizo caso omiso de los ‘cracks’ que salían de su cuerpo, y abrió los ojos cuidadosamente. Al principio se sintió desorientado; no reconoció la mesilla de noche que se apoyaba contra la pared, a su izquierda. Tampoco reconoció el papel de las paredes, ni la colcha que le semi cubría. ¿Dónde cojones estaba?
- ¿Gee? –se giró con brusquedad. Su cuello lo lamentó- ¡Te has despertado muy pronto!
- Charley –observó cómo la enfermera se levantaba de una butaca situada en el rincón con más luz de la habitación. A juzgar por el libro que dejó sobre la televisión, entendió que había estado leyendo.
- ¿Cómo te encuentras?
No le supo responder inmediatamente, sentía tantas cosas contradictorias a la vez que la pregunta le pilló de improvisto. Intentó poner en orden sus sensaciones mientras la joven calculaba su temperatura colocando el dorso de la mano sobre su frente. Primeramente, lo que estaba era agotado, molido, machacado, como si hubiese estado practicando deporte durante horas el día anterior. Era un cansancio extremo que convertía en plomo cada músculo de su cuerpo, incitándole a echarse a dormir nuevamente. Tenía hambre, su estómago se lo hacía saber con punzadas en el abdomen, y sed. También sentía el cuerpo pegajoso y el pelo sucio. Por último, pero no por ello menos inquietante, estaba el hecho de que no era capaz de ubicarse en ninguna fecha ni lugar. Finalmente, absolvió encogerse de hombros.
- Te voy a preparar un baño de agua caliente. Dentro de una hora te tienes que tomar el antibiótico.
- ¿Dónde estamos, Charley? –se sorprendió de que su voz sonase como un gruñido ronco.
- ¿No te sitúas? –rió- Veamos… estamos en New York desde hace dos días, en un hotel justo en frente del Centro Rockefeller. Ayer fue la despedida de soltero de Frank. Me han dicho que parecías estar bien hasta que terminó, que fue cuando empezaste a vomitar en la calle.
- Mmm –una secuencia de imágenes comenzó a desplegarse ante sus ojos. El local de paredes de cemento. Stacey, la chica streapper. Sus pecas. Vasos de alcohol abarrotando las mesas. El olor a puro de ese tipo calvo. Aplausos de Bob. Sus rodillas clavándose en la acera, mojada por la lluvia. El techo de la furgoneta de Brian- Oh.
- ¿Te doy más información? –murmuró tirando de las sábanas que tapaban a Gerard y tendiéndole la mano- Vamos, levanta. Ahora tendrías que estar en mitad de un reportaje fotográfico para la revista Kerrang, pero obviamente no estabas en condiciones ni para decir “hola”. Los chicos estarán volviendo ya.