Una sensación de náuseas le fue subiendo por la boca del estómago y se le acopló en la garganta provocándole una arcada. La tripa se le contrajo y, girando instintivamente la cabeza, vomitó. Tosió pese a las punzadas que le daban en el pecho al hacerlo, y abrió los ojos con cuidado; se encontraba tumbado en el suelo con la cabeza apoyada en algo blandito y cómodo. Una voz familiar que en seguida asoció a Bob le habló en el oído:
- Enano, ¿cómo te encuentras?
- Mmm… -dijo Frank frotándose la tripa y abriendo completamente los ojos- Mareado.
- ¿Quieres vomitar más?
- No sé… tal vez. ¿Dónde estoy?
- En el hotel, llevas veinte minutos inconsciente.
Parpadeó sin entender y se incorporó temblando ligeramente; tenía mucho frío, sentía el estómago revuelto, el pecho martilleante y la cabeza como si tuviese un velo entre su cerebro y la realidad, exactamente igual que si hubiese bebido más de la cuenta. Sintió que alguien le ponía una manta sobre los hombros y le frotaba los brazos para que entrase en calor, pero no sirvió de mucho. Cerró los ojos e intentó recordar y entender qué había pasado. Recordaba la pelea que se había formado, primero con Gerard, con el que había recorrido el salón de desayuno del hotel dándose hostias, y luego con la seguridad del hotel… y más tarde… ¿más tarde? Nada, lo que había después era todo negro, había sentido un golpe en la nuca -la cual le dolía terriblemente y no le dejaba girar el cuello. Se dio cuenta de que le dolía respirar.
- Escucha –retomó el batería la conversación- Vamos a tener problemas con lo que ha pasado, Brian está echando humo al otro lado del teléfono, está aguantando la charla Mikey, y la policía va a tomar parte.
- La policía… ¿los que tiraron a Gerard al suelo?
- No, aquellos sólo eran seguratas, pero eso no quita para que les agrediéramos.
- Oh, pero… p-pero eso no es justo, ¡atacaron a Gerard! Le trataron como a un delincuente y… ¿no visteis cómo le apretaban contra el suelo y cómo le tiraban del pelo para que se callara? Teníamos que hacerl…
- No estoy diciendo que me arrepienta de haberle quitado de encima a esos gorilas albinos, sólo digo que el hotel ha llamado a la policía y seguramente nos pongan una multa de las buenas por alteración del orden y desacato a la autoridad. Han reprendido a Brian, y la prensa estará al tanto mañana a primera hora.
- Joder… -Frank sintió náuseas y se tapó la boca- Mierda, me encuentro fatal.
- Sí –intervino Ray, que se encontraba detrás de él- Está al llegar una ambulancia, pero no te van a trasladar al hospital, te van a atender en la habitación, como a Gerard. Charley ya os ha limpiado a los dos los rasguños y os ha bajado con hielo las contusiones que os habéis hecho, pero ha dicho que no se atrevía a moverte hasta que llegase la ambulancia… por lo del cuello, ya sabes, así que ahora está tratando las quemaduras de Gee.
- ¿Quemaduras? ¿Qué tal está?
- Pues… bueno, sus heridas son las de vuestra pelea, los guardias no llegaron a lesionarle. Las quemaduras son de primer grado en el pecho por las teteras que se le vaciaron encima –Frank bajó la mirada con un creciente sentimiento de culpabilidad- y tiene la nariz y el dedo anular derecho rotos. Y tú no parece que lleves un camino mejor, tienes el labio partido y un golpazo en todo el cuello. Supongo que estaréis contentos con vuestra hazaña.
Frank se limitó a masajearse la nuca con gesto de dolor y a pensar en las consecuencias mediáticas que podía tener esto. ¿Qué pensaría la prensa y los fans cuando se enterasen de que dos miembros de la banda se habían enzarzado en una pelea? ¿Qué credibilidad les quedaría frente a ellos después de esto, cuando siempre habían intentado dar ejemplo de que la violencia no era un camino adecuado para nadie? Y eso sin contar con la suma de rotos y daños infligidos al hotel que se les venía encima, y con que Brian seguramente se estuviese enfrentado ahora con los directivos de la empresa para intentar aclarar la situación y conseguir que no rompiesen el contrato de distribución que les unía. Dios mío, en tres meses había pasado lo que en un año, debían dar una imagen de músicos mimados que sólo pretendían llamar la atención con un escándalo detrás de otro. Se estaba mareando con tanta información procesada, sintió su cabeza dar vueltas, y volvió a tumbarse con cuidado sobre el duro suelo cerrando los ojos.
Oyó alboroto a unos cuantos metros. “Ya están” murmuró Bob, pero no quiso despegar otra vez los párpados, simplemente se dejó manejar por unas manos extrañas que empezaron a manipular su cuerpo con rápida eficiencia en busca de daños. Sintió cómo le cortaban la camiseta por la mitad para dejar su torso al descubierto y acto seguido, el frío tacto de un estetoscopio sobre su pecho. Era incómodo el contacto con el metal, pero duró poco. Segundos más tarde, un collarín apresaba firmemente su cuello.
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Alguien tocó son suavidad a la puerta y Frank emitió un gruñido. Según pasaban las horas, un moratón crecía y crecía en el centro de su esternón y le entorpecía respirar e incluso hablar. El simple hecho de toser representaba el dolor más agudo que hubiese podido tener hasta el momento, ya que a parte de hacer vibrar sus pulmones, la molestia subía hasta su rígida nuca y le mandaba un latigazo de advertencia al cerebro. Ahora se encontraba tumbado en la cama de su habitación del hotel sobrellevando sus dolores a base de recetas y pomadas que le iba administrando Charley, y lo último que tenía ganas de hacer era recibir a nadie. Volvieron a llamar, y esta vez fue diferente: reconocía ese juego de golpes… uno fuerte seguido de uno suave… silencio… dos fuertes de nuevo y finalmente, otro suave apenas perceptible. Era Gerard. Vaya, pensó Frank para sus adentros, supongo que a él sí que debería dejarle entrar… aunque realmente no sé por qué. Sintió un revuelo en su interior, el miedo del que espera a que la montaña rusa caiga por la pendiente, y haciendo acopio de todas sus fuerzas, consiguió levantarse lentamente y caminar hacia la puerta.
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La puerta se abrió despacio y dio paso a la figura pequeña de Frank, el cual le miró con expresión sorprendida. Tenía la nariz todavía hinchada de cuando se había caído por la mañana, el labio roto y un bulto medio morado medio verde cubriendo su pómulo derecho. Hubo un breve silencio que rompió Gerard con un carraspeo. Había pensado en empezar preguntándole cómo se encontraba, pero cayó en que tal vez sonase sarcástico dadas las circunstancias, y lo que menos quería en esos momentos era empezar con mal pie… sí, lo mejor sería desechar esa opción. ¿Qué tal empezar saludando? Nada, reunió toda su fuerza de voluntad, pero no consiguió formular ni un simple “hola”. Bajó la cabeza abatido y suspiró. El guitarrista percibió el dilema que parecía estar librando en su interior e hizo un gesto con el brazo dándole a entender que podía entrar. Gerard sonrió levemente y pasó sin mirarle. Una vez hubo cruzado el umbral, se quedó mirando el desorden de sábanas y almohadas que había sobre la cama. Se notaba que Frank no se había levantado en todo el día, que llevaba ahí tirado desde después del incidente, cuando por fin había podido subir a descansar. Eso había sido a las doce de la mañana. Ahora eran las ocho de la tarde. En esos precisos momentos deberían llevar ya veinte minutos de concierto en un gran salón de actos a dos kilómetros del hotel, justo en el centro de Moscú, pero habían conseguido posponerlo hasta dos días más tarde sin sufrir ningún cambio en los cobros; como siempre, todo gracias a Brian. Estaba claro que dado el estado magullado en el que se encontraban no iban a poder ofrecer un gran directo.
- ¿Te parece que hablemos? –dijo finalmente Gerard con la mirada aún clavada en la cama.
- Supongo que es lo que procede –contestó Frank a su espalda tomando asiento en una butaca mullida- Para eso has venido ¿no? –Ge asintió con la cabeza- Bien, pues siéntate… ¿quieres empezar tú?
- ¿Eh? Ah, sí. Escucha –se acarició la nuca y la barbilla y le miró a los ojos- Quería dejar claro antes que nada que siento terriblemente lo que ha pasado esta mañana. Muchísimo, de verdad, ha sido patético, no recuerdo haberme sentido peor en toda mi vida. No ha sido muy… digno de mi edad que digamos, no es mi forma de arreglar las cosas, y lo siento.
- Sí, yo también lo siento. No soy del tipo de personas que utilizan la violencia para zanjar estos asuntos, yo… pero es que… vaya, ha sido muy confuso todo, y bueno, de hecho no recuerdo con demasiada claridad algunos momentos de la lucha. El caso es que te pido perdón. Nunca he querido hacerte daño –Gerard bajó la mirada ligeramente sonrojado y rió ante la paradoja.
- Vale, pues una vez que nos hemos disculpado, estaría bien intentar descubrir el motivo de porqué hemos estado apunto de matarnos en un salón de desayuno.
- Hombre, eso creo que está claro ¿no?
- ¿El qué?
- Pues que, en fin, reconozco que no estuvo bien, pero mis actos fueron la respuesta a una provocación por tu parte.
- ¿Cómo? ¿Por mi parte?
- Eh… sí, claro –dijo Frank sorprendido- Gerard, te reíste de mí, te metiste con Eva. Estabas provocándome claramente, no puedes negarlo.
- Pues… bueno sí, supongo, es obvio que nos calentamos con lo que nos dijimos, pero ambos sabemos que nunca reaccionamos así. Quiero decir que está claro que hay algo más detrás ¿no?
Ambos se sostuvieron la mirada unos segundos, conocedores de la verdad que había en esas palabras. No hacía falta aclarar que todo el rencor y el odio había empezado desde la famosa discusión que había tenido lugar en casa de Frank. Cuatro días sin hablar habían dado paso a muchas teorías acerca del otro, muchos pensamientos sin aclarar, muchas preguntas sin responder. Tras un breve silencio Gerard tomó la palabra de nuevo y siguió con cautela.
- Y creo que puedo asegurar que ese ‘algo’ surgió a partir de que te dijese que quería un tiempo –Frank se sonrojó con violencia y se miró las manos. Sabía que el tema saldría a relucir en algún momento, pero seguía sin saber qué decir al respecto. La pregunta que le formuló su compañero a continuación le dejó la boca seca- ¿Tú me odias, verdad?
- ¿Qué? –dijo con la voz ronca- Yo no… no, Gerard, no te odio, claro que no, ¿a qué viene esa pregunta?
- Viene a que lo que hiciste ayer con esa chica no es normal en ti.
- Lo que hice anoche es lo mismo que lo que hacías tú hasta hace pocos años, o me negarás que no te tirabas a todo lo que pasaba delante tuyo –sonrió con amargura- Soy un hombre libre, lo sabes bien ¿no?
- ¿Ves? Es a esa actitud a la que me refiero: lo hiciste para joderme, Frank, te liaste con una persona delante de mis narices.
- Eso no es así, es tan sencillo como que conocí a una chica, hablé con ella, me gustó y surgió. El problema es que quieres verme detrás de ti toda la vida, de luto y deprimido, y lo siento pero no. No dependo de ti ¿sabes?
- No, claro que no, eres libre como una gacela–dijo riendo con sarcasmo- pero mira tú por dónde, ayer en el ascensor pasó algo. ¿Eso puedes recordarlo Frank, te acuerdas de que se te fue la mano? Oh calla, qué creído soy, lo más probable es que estuvieses buscando mi paquete de tabaco –el silencio que siguió a esas palabras dejó claro como el agua que el vocalista había dado en un punto clave. Era más que obvio que Frank no tenía respuesta para eso, motivo por el que empezó a balbucear con la cara aún más roja si cabía- Y eso súmalo a que en el desayuno has insinuado que estaba celoso delante de Bob y Ray porque querías ver mi reacción, querías saber si estaba enfadado por lo que habías hecho.
- E-Es muy prepotente por tu parte pensar eso, Gerard, no eres el centro de mi vida.
- Osea que hace dos días estabas lloriqueando por las esquinas y de repente te sientes libre para liarte con cualquiera. Qué casualidad, ¿te recuperas muy pronto, no crees?
- No te parecía tan mal que me recuperase pronto cuando te besé a la media hora de cortar con Jamia.
- Eso… eso fue diferente, te di mi apoyo, era bueno para ti.
- Era bueno para mí porque así tenías el camino libre conmigo.
- No digas eso joder, suena como si mi relación contigo fuera puramente interesada. Jamia te trató mal.
- Y tú también me has tratado mal –sentenció dando paso a un silencio en el que Gerard le miró con el ceño fruncido, negando con la cabeza incrédulo en gesto ofendido.
- Vale a ver, tiempo, contéstame a esto: ¿si no hubiésemos, digamos, ‘cortado’, te habrías acostado con ella?
Frank se levantó con dificultad de la butaca sujetándose el pecho y caminó hacia la ventana. Se quedó parado frente al cristal, de pie, plasmando sus pensamientos en las nubes, abrumado por la respuesta que estaba a punto de salir de su boca. No podía mentirle, no podía mentirse, y eso le fastidiaba de manera sobrehumana.
- No –confesó finalmente, y añadió- Yo a diferencia de ti, me entrego completamente a la persona con quien estoy.
- Ah… -suspiró- puede que tengas razón después de todo. Puede que no haya estado a la altura, tú te mereces tanto… pero te avisé de que pongo barreras, te lo advertí, y aun así fuiste lo suficientemente valiente o necio y las rompiste, pero llegó Mr. White y me obligó a volver a construirlas.
- ¿Fue Mr. White o tu conciencia? –replicó con la mirada aún perdida en el cielo gris.
- Una parte de mí quería limpiar mi conciencia sobre todo lo que estaba pasando, pero ha sido por él, es él el que está provocando que me sienta culpable de todo, culpable de las amenazas, de la presión mediática que hay ahora, de que tengas los pulmones hechos mierda. ¡Lo ha iniciado todo Mr. White, no yo!
- Lo que nunca entenderé es porqué ese sentimiento de culpabilidad cuando el mundo sabe de sobra que esto no es culpa tuya –se giró para encararle- Te castigas como si te lo merecieras, y me castigas a mí también. Simplemente viste que yo era el camino hacia la redención perfecta, ¡sólo soy un medio para llegar a algo! Eso demuestra lo poco que cuento en tus planes.
- ¿Y no te has parado a pensar en porqué el hecho de alejarme de ti suponía el peor de mis castigos? –Frank guardó silencio- Mírame. No quieres darte cuenta de que no estar contigo es lo peor que me podía haber pasado, prefieres pensar que ya no te quiero porque así tienes excusa para vengarte y joderme. Porque en el fondo eres un crío al que si le niegan algo coge una pataleta y decide no respirar.
- Quizá si me lo hubieses aclarado en su momento… -murmuró el guitarrista con un ligerísimo brillo de lágrimas en sus ojos.
- Pensé que no hacía falta, creía que mi amor hacia ti estaba más que demostrado. Aunque claro, según tú te he tratado tan mal que ahora me haces dudar –Frank sonrió azorado. Parecía ahora sosegado, tal vez agradecido por las palabras que le había dedicado Gerard.
- Y entonces… ¿sigues con la idea de… ya sabes, de no volver a tener nada hasta que White sea atrapado?
- Por desgracia es lo único que tengo claro en estos momentos, sí. Lo último que quiero es que lo nuestro salga a la luz y que lo capte la prensa.
- Eso pueden ser meses.
- Sí –sonrió- Pero tú tienes la opción de salir con otra persona, aunque eso sí Frank: que sea porque de verdad te guste y no por despecho, por favor.
- Algún lío tal vez, pero no podría estar en una relación seria con nadie más que contigo.
- ¿Tú… serías capaz de aguantar?
- ¿Y tú?
- Por supuesto –susurró tras varios segundos.
- Entonces yo también.